
Una cocacola en el refugio y seguimos para arriba. El camino se empieza a empinar y me llama la atención alguna gente que sube empujando bicis de montaña. No sé si yo lo haría. Ya es bastante cansado subir que hacerlo empujando la bici se me hace bastante cuesta arriba. Me gusta coger la bici de montaña, pero me parece exagerado empujar y empujar. No sé si por ahí arriba habrá algún descenso espectacular al que sólo se puede llegar empujando. Mucha gente mete la bici en los funiculares, eso lo puedo entender, pero ¿empujar horas para luego hacer una bajada que seguro que se hace en un rato? No lo pillo.
Al cabo de un rato llegamos refugio Sasso Piatto. A ver, esto requiere una explicación. Cuando digo 'un rato' me refiero a una hora de camino y 450 metros de desnivel más. Cada 'rato' es una caminata maja, unos litros de sudor y una dosis de dolor en las piernas. ¿Vale la pena? Pues yo creo que sí, ¿no? Poco a poco el destino está más cerca.
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Otra parada técnica en el refugio, que está abarrotado. Es domingo, hace bueno y la gente se tira a la montaña. A este sitio, además, se puede llegar fácilmente subiendo con el funicular y luego por un camino bastante plano, por la base del risco, así que es normal que haya muchísima gente. En el refugio están desbordados, así que pasamos un poco de ellos (un mucho) y seguimos para arriba. Algunas de las bicis que están por ahí tiradas han subido por el camino fácil, pero otras, que yo las he visto, han subido empujadas por sus esforzados dueños. Se ganan el cielo un poco no? He dicho que estamos en una zona rural ¿no? Las vacas están al lado de la carretera y son facilonas.
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La siguiente la colgué por ahí hace unos días. El paisaje es espectacular ¿no? El caminito precioso y la verdad es que hacer una excursión de estas con buen tiempo tiene mucha, mucha más gracia que hacerlo lloviendo. A ver, nada en contra de la lluvia, que ha sido nuestra compañera día tras día, pero yo creo que ya nos merecíamos un poco de sol, ¿no? Como decía por ahí la foto no está retocada, es que soy así de guapo. Ejem...
Hemos decidido no ir hasta la cima porque nos obligaría a hacer un camino de ida y vuelta hasta el refugio Sasso Piatto y no nos daría tiempo a mucho más. Poco a poco dejamos los caminos rurales, domesticados, las vacas y los perros y empezamos a meternos entre peñas. Seguimos subiendo. Cada vez hay menos árboles. Estamos rodeando el Sasso Piatto, rodeando el monumental macizo rocoso por su base, a unos 2.100 metros de altura, para luego subir y atravesarlo transversalmente. En un momento dado el camino empieza a subir decididamente, adentrándose en el macizo. El tema se empieza a animar.
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Por ahí al fondo el refugio donde pensábamos parar a comer, que es sin duda uno de los sitios donde vale la pena ir, cueste lo que cueste, sólo por darse el gustazo de ver el paisaje.
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Por que vamos, comer con estas vistas, no me digas que no tiene su punto, sobre todo si la cuenta luego tampoco es para volverse loco. Sí, dos personas, dos platos, con bebida, en este sitio en mitad de la montaña y con una sopa minestrone que quitaba el hipo (aunque el agotamiento ayudaba, eso sí), 42€. Vale la pena, ¿no?
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La niebla caía, aunque al final, uno llega donde se propone. La verdad es que llegar allí arriba, después de 2.200 metros de desnivel acumulado estuvo bien. Creo que es uno de los días de mi vida que más fuerte me he sentido, y no es coña. Llegué arriba lleno de energía. No me preguntes porqué ni porqué no, pero es verdad.
El extraño telecabina unipersonal no funcionaba ya a esa hora, así que no quedó más remedio que plantearse que había que bajar a patita... un rato de camino. Las vistas, eso sí, tan espectaculares de uno como de otro lado
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Acabo de escribir este post DOS AÑOS Y MEDIO después de empezarlo, nada menos. Se me ocurren muchas razones para esto, pero ninguna está suficientemente justificada. Este post lo tenía que haber escrito el primero, porque fue la excursión más interesante, más dura y más bonita de todas las de aquel viaje, donde no paramos un sólo día. Cada día una excursión, cada día un desafío, cada día una sorpresa.
Siempre digo que estoy enamorado de Italia, y que si tuviera que escoger un sitio para ir de vacaciones una y otra vez sería allí. Pues bien, dentro de Italia, mi pequeño paraíso particular es el Trentino. He estado tres veces allí de vacaciones, y seguro, completamente seguro, que iré más veces.
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